
El 23 de enero de 1958 una insurgencia civil acompañada de las fuerzas armadas con tanquetas en las calles, terminó con la dictadura militar. Cayó el general Marcos Pérez Jiménez y todavía no se habían asignado muchos de los apartamentos de los superbloques de la Urbanización 2 de Diciembre en Caracas. Las familias entraron por la fuerza para ocupar las viviendas que tanto esperaban, temiendo perder sus futuras casas en medio de la incertidumbre.
Paula Brito, conoce aquel episodio por intermedio de sus vecinos del barrio El Observatorio, donde pasó sus primeros años en Caracas, después de salir de su pueblo natal en la Península de Paria. Mas tarde se mudaría al Superbloque 14-B, en el sector Monte Piedad, donde vive desde hace 40 años al lado de su esposo Rafael Acacia, una de sus hijas y nietas.
Nueve mil apartamentos en treinta y ocho superbloques de quince pisos se levantaron entre 1952 y 1957. Un tremendo movimiento por construir viviendas para una fuerte oleada de población rural que estaba abandonando el campo en dirección hacia la capital, con el delirio de una mejor vida, más cerca del progreso económico, de los servicios y los avances que prometía la nueva metrópolis.
Desapareció la pequeña escala doméstica con el último rastro de los techos rojos en Caracas, y con ello, se abrió un espacio a los monumentales monolitos de concreto que serán dispuestos de manera muy lógica, como piezas maestras sobre un tablero.
Es el «Prime» de una nueva forma de concebir la ciudad y su composición urbana, jactándose de la planificación y el diseño de grandes soluciones, para grandes problemas.

Fuente: Fundación de la Memoria Urbana

Foto: Christian da Silva, 2024
Las familias de origen rural, acostumbradas a estar cerca de un patio o un jardín, a trabajar la tierra y a criar animales, debieron adaptarse –no sin resistencia– a la nueva usanza del estilo de vida en la ciudad, en un medio absolutamente desconocido, muy alejado de sus hábitos. Otros caraqueños que ya veían de cerca los cambios bruscos en pleno desarrollo, al fin también pudieron beneficiarse de los adelantos que cualquiera habría deseado.
Estaba naciendo una ciudad desde cero, con un tamaño, un grado de complejidad urbana y una mezcolanza en su composición social y cultural, que el Estado benefactor no sería capaz de administrar nunca más. La renombrada urbanización 23 de Enero se desbordó y la gente resolvió como sabe hacer.
Paula y Rafael criaron a sus hijos en las alturas de un superbloque. Los pasillos de cada cuatro pisos se convirtieron en patios de juego para ellos y compañeros de infancia, a falta de espacios comunes destinados, por ejemplo, a la recreación. Con regularidad se dañan los ascensores por su altísimo tráfico. Los que están más arriba tienen un vecindario aparte. Abastos, guardería, lavandería, taller de reparación de electrodomésticos, han puesto las personas en sus casas con el ánimo de ofrecer los servicios que el edificio no tiene y en la calle quedan muy lejos.

Foto: Marcos Coronel


Sector Monte Piedad de la Urbanización 23 de Enero, Caracas
En la llamada «Batalla contra el rancho» que en esa época declaró el Banco Obrero en Caracas, se consideró inaceptable la multiplicación de tugurios que nada tenían que ver con las expectativas de la ciudad en construcción. Los ranchos insalubres debían ser erradicados muy pronto. Así que una nueva camada de arquitectos insuflados por las ideas vanguardistas de la postguerra europea, donde sobresalen Guido Bermúdez, Carlos Brando, José Hoffmann y José Manuel Mijares, liderados por Carlos Raúl Villanueva, diseñaron para el Taller de Arquitectura del Banco Obrero (TABO) variaciones de un modelo casi textual al esquema de la Unidad de Habitación de Marsella desarrollado por Le Cobusier en 1946, pero simplificando todo aquello. Mucho más austero y más rápido, a mayor cantidad y a menor costo posible.
Los arquitectos de los superbloques, no pudieron prever que tanto el conjunto como las nuevas edificaciones, al tiempo conllevarían todo tipo de modificaciones imposibles de controlar. Producto de la inmediatez y el abaratamiento, en sus diseños se sacrificaron aspectos elementales sobre una cuestión que en la obra de Carlos Raúl Villanueva fue alfa y omega: el Trópico. Es decir, la protección frente al exterior agresivo, resguardar de la lluvia, el cuido de las sensaciones que producen bienestar en un espacio, la luz controlada y la sombra para atenuar el calor durante el verano.
‘’«¿Dónde está el norte?» era la forma con la que Villanueva comenzaba sus críticas, por el punto en el cual ha fracasado demasiadas veces nuestra arquitectura actual…Era la pregunta por el contexto, por el clima, por la inclinación del sol, por las brisas y las lluvias, por la orientación y por las vistas, por la temperatura, por la geografía y la cosmografía’’ (Posani, 2012, p.454).


Fotos: Christian da Silva

Foto: Christian da Silva
En los superbloques, las lecciones de la arquitectura moderna que produce atmósferas bien armonizadas con el lugar, no estuvieron presentes. Sin remedio, se abandonaron aspectos esenciales de integración al clima, que pronto repercutieron en problemas de falta de ventilación e iluminación natural. En ellos, el viento y la luz entran escasos por pequeñas ventanas originales de un metro veinte por un metro cuarenta. Los espaciosos apartamentos se vuelven oscuros, poco ventilados y húmedos en el centro, a veces insalubres.
Hoy en día, sus construcciones inicialmente celebradas como como una solución para frenar el crecimiento de los barrios de tugurios en Caracas y una respuesta eficaz al problema de la vivienda, siguen siendo cuestionados por su carácter genérico y su falta de adecuación al clima tropical, temas que siguen no resueltos en la arquitectura de la vivienda popular venezolana.
Según el sociólogo Alfredo Gosen, no hubo «recherche patiente» entre los arquitectos del TABO, sino un sentido de urgencia ante la inmediatez que planteó el problema de la vivienda, donde los arquitectos venezolanos recurrieron a modelos «universales», sin que realmente hayan dedicado tiempo, ni instrumentos críticos para realizar una debida evaluación de esos prototipos sacados de contexto, y mucho menos de verificar su posible adecuación a nuestras condiciones.
‘’La Unité d’Habitation constituye el modelo que, manifiestamente, estos arquitectos intentarán trasplantar a los cerros caraqueños. Una comparación entre el modelo corbuseriano y los superbloques, revela de manera trágica y concluyente, el alienante proceso de «reducción» a que fue sometida la compleja propuesta del primero, para su adaptación «realista» a las exigencias y objetivos de eliminación de los ranchos en Caracas’’ (Gosen M.,1990, p.39).

Foto: Julio Mesa

Foto: Julio Mesa
Con el tiempo, los habitantes de los superbloques han intervenido sus apartamentos, modificando interiores y fachadas, donde optan por colocar ventanas más grandes para traer la claridad al interior y mirar mejor hacia afuera. Alteraciones que, aunque divergentes del diseño original, han sido cruciales para mejorar la habitabilidad. A falta de balcones para salir a tomar el aire, o una terraza donde poner el jardín, los edificios comienzan a agujerearse. Aquellas fachadas organizadas por un patrón de mínimas aberturas, se han convertido en un concierto de intervenciones caseras hechas a la medida de cada quien.
En su empeño de mejorar la vivienda, Paula y Rafael han debido modificar interiores para resolver problemas de infraestructura y particularmente modificar las fachadas con la intención de ampliar el paisaje, colocar las plantas, tender la ropa, mirar hacia afuera y ventilar, así como lo han hecho sus vecinos de muchas otras maneras.

Fotos: Christian da Silva, 2024

Fotos: Christian da Silva

Foto: Marcos Coronel
Este proyecto busca registrar y analizar la evolución en el tiempo de estas edificaciones, partiendo de las alteraciones hechas por los habitantes de los superbloques, para desarrollar nuevas estructuras motivadas por dichas modificaciones domésticas, y con ello intensificar la calidad de los espacios, mejorando sus estructuras a través de la iluminación y la ventilación natural. Aspectos vitales, que, paradójicamente se quedaron como materias pendientes desde su concepción.
Apoyados en la reflexión de un taller de diseño arquitectónico llevado a cabo con estudiantes del 1er Sementre del Taller X en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela, la investigación plantea estrategias para intervenir integralmente los superbloques, comenzando por la implementación de un experimento.


Bocetos: Marcos Coronel-Bravo.
En este rol la empresa Lasercut jugó un papel fundamental. En sus laboratorios de mecanizado en acero, se confeccionaron todas las estructuras utilizando maquinas CNC de corte laser y maquinas de doblado digital. Con la participación de ingenieros mecánicos y sus técnicos especialistas, Lasercut aportó tanto los materiales, como las herramientas y el conocimiento tecnológico que permitió llevar a cabo la intervención, mediante la prefabricación de 200 componentes de acero galvanizado, los cuales se articulan con sistemas en seco, tornillos y pernos. Un kit desarmable, de fácil montaje, ultraliviano, listo para llevar, sin soldadura, sin procesos húmedos, donde también se incorporan una serie de elementos de madera (Puy) confeccionados en el taller de carpintería del arquitecto Carlos Mendoza Acosta. Una esterilla que sirve como superficie de apoyo para los objetos que reposan dentro de la estructura.

Fotos: Christian da Silva, Marcos Coronel-Bravo

Producir sombra, proteger de la lluvia, permitir la luz y ventilación natural, mezclar materiales primarios con recursos industriales, prestando especial atención a las interacciones de la familia y su que hacer diario en el espacio, fueron temas de rigor para el taller. Para ello, se analizaron sistemas constructivos y habilidades de la tradición local, que pudieran ser aplicados según los medios tecnológicos a disposición.

Foto: Christian da Silva
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Refurbished Superbloque es un proyecto del Taller de Diseño Arquitectónico 1, con estudiantes de la Unidad X, Facultad de Arquitectura y Urbanismo en la Universidad Central de Venezuela, liderado por el profesor Marcos Coronel-Bravo.
En él colaboran estrechamente los arquitectos Carlos Pérez, María Fernanda Jaua, Nathaly Gónzalez y Luzmarina Campitelli.
Con el acompañamiento del profesor Andrés Makowski (tutor del trabajo de ascenso), el profesor Javier Caricatto (coordinador del proyecto de investigación) y la estudiante María José Rangel (asistente de investigación).
Durante el semestre, los estudiantes Briggith Andrade, Franyer Blanco, Ariadne Castillo, Luis Evies, Auris Granadillo, Scarlet Guerrero, Camila Guzmán, Yerick Hernández, Sofía León, Juan Lyon, Juan Montero, Roysell Moreno, Laura Pena, Johanthony Perez, Leonela Perez, Tatiana Rey, Fabiana Rico, Yasir Rondon y Gabriel Sirio, elaboran propuestas individuales que posteriormente serían llevadas a la síntesis de una idea específica para la implementación del proyecto final.
En noviembre del 2023, Marcos Coronel se propone un estudio de caso en la Urbanización 23 de Enero, con el fin de desarrollar la investigación de su trabajo de ascenso. Por intermedio del arquitecto y fotógrafo venezolano Julio Mesa, entran en contacto con José Aguiar, vecino del sector El Mirador, quien los recibe y los guía en sus primeros recorridos. Estas visitas se convierten en un trabajo de campo que se extiende hacia distintos sectores del conjunto y continúa con el estudio y recopilación de material histórico, entrevistas, un amplio registro fotográfico, una propuesta metodológica y un ejercicio de diseño para ser llevado a cabo dentro de una experiencia docente.
Un especial agradecimiento a Julio Mesa, Pedro Martínez, Carlos Mendoza Acosta, Gabriel García, Francesca Rubertone, Augusto Rivera, Rodrigo Marín, Noriuska Flores, Valentina Hernández, Jhoannile Hernández, invitados y amigos del curso.
El desarrollo técnico y la construcción de las estructuras a cargo de la empresa LASERCUT C.A:
Andrea Grados, Edwin Toledo, el arquitecto Pedro Martínez y los ingenieros Moisés Depablos, Armando Chacín, operadores y personal técnico especialista.
Taller de Madera:
Carlos Mendoza Acosta, Taller Madera.
Maestro de obra, Instalador:
José Dionise
Con el soporte institucional de:
Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico de la Universidad Central de Venezuela
Fondo Nacional de Ciencia y Tecnología
Fotografías:
Christian Da Silva, Julio Mesa, Marcos Coronel-Bravo
Fotografía de Archivo: Paolo Gasparini, 1956. Fuente: Fundación de la Memoria Urbana

Foto: Julio Mesa, 2023





























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