Escuelas de papel

En días recientes recibí un mensaje del arquitecto Alejandro López, actual director del Museo Nacional de Arquitectura, para señalarme una historia personal de ese gran crítico, pensador, y en lo que a mí respecta, fascinante figura contemporánea y magnifico referente de la arquitectura en Venezuela, que es Juan Pedro Posani.

Toda la semana anterior me encontraba maquinando una entrada para dar paso a diferentes conversaciones sobre escuelas de arquitectura, y este recuerdo me la dio:

En una fotografía todavía temprano, durante la década de los años 50 puede verse muy joven, con veinte años o menos, junto a su mentor Carlos Raúl Villanueva. Posani fue por un largo periodo, cómo se sabe, ayudante, persona de confianza y su principal colaborador en el proyecto de la Ciudad Universitaria de Caracas, entre muchos otros.

En una entrevista que JPP concede a José Alayón en 2011, aclara: Con el tiempo y la cercanía intelectual, me fui convirtiendo en traductor de las ideas del Maestro Villanueva. Traducía en términos concretos, en documentos dibujados para la construcción, sus hermosísimos croquis -pura energía de síntesis- para que pudieran ser convertidos en obras. En el ejercicio profesional diario durante años y años, se fue creando la posibilidad de un diálogo fecundo para ambos, que también me añadió el gratísimo encargo, a partir ciertamente de sus planteamientos esenciales, de ir redactando sus ideas en lo teórico y crítico. La obra de la Ciudad Universitaria era el sitio de trabajo proyectual pero también lo era del estudio y de la docencia.

Ese »privilegio» que tuvo Juan Pedro, no por azar, sino por capacidad, destreza y empatía, definió su naciente condición de arquitecto, arropado por la modernidad flamante, y por ende, la etapa primigenia de su trabajo profesional como proyectista. Es hipnotizante ese Posani de reliquia, custodiado por la permanente evocación de un pasado sentimental, casi romántico. Un Posani de memoria, para conservar patrimonialmente.

Sin embargo, el Posani proveniente exactamente de ese mismo lugar, posteriormente también mostraría total autonomía dentro de su particular libertad exótica, incorporando en su arquitectura, elementos que sin reñir de los principios que guiaron su desarrollo con anterioridad, lo impulsaron hacia una evolución propia. Juan Pedro Posani no es un moderno ortodoxo, puro y duro. En sus obras hay suficientes evidencias de una »especie» de signo vanguardista-retro que quiere reinterpretar los aportes de distintas inteligencias producidas a lo largo de la historia, para incorporarlas nuevamente en el presente a través de otros recursos.

Veamos uno de los ejemplos de su obra reciente, los Espacios Culturales Comunitarios [1]. Una suerte de mestizaje tropical, influenciado por eso que podríamos llamar la -arquitectura »endémica» venezolana-, donde se confabula el centro del espacio Yanomami con el patio Greco-Árabe traído por los españoles, corredores y aleros largos que protegen las fachadas de la inclemencia del tiempo, cubiertas altas e inclinadas con techos que respiran, paravientos, cerramientos porosos, y edificios despegados del suelo como estructuras palafíticas. Tecnologías endógenas tomadas de las audaces arquitecturas indígenas. Pero también el espacio idóneo, dúctil y fluido del pensamiento racional, por medio de sistemas y materiales prefabricados, provenientes de la industria. Edificaciones preciosas, armónicamente integradas al lugar. Un verdadero manifiesto de lo que puede llegar a ser la arquitectura contemporánea en nuestro país.

Es preciso poner más atención en la obra de Juan Pedro Posani, en ocasiones incomprendida y mal juzgada por enajenación, como ha sido cuestionada muchas veces en su tiempo la obra de grandes maestros, y después redescubierta y valorada tardíamente.

Para terminar la anécdota, entre 2014 y 2015 Juan Pedro me llamó en distintas oportunidades al Museo de Arquitectura. En uno de esos encuentros tuvimos una conversación de la cual fue testigo Domingo »El flaco» Álvarez. Y en un punto, reflexionando sobre la universidad, me dijo más o menos con estas palabras: Todo el problema de los arquitectos es que se están formando en escuelas de papel.

Uno podría pensar que este sujeto alardea de su formación en carne viva. Nadie tiene un Reloj en la Plaza del Rectorado, o una Facultad de Humanidades en construcción, de taller de diseño. Pero si alguien conoce el valor de la universidad como espacio natural del conocimiento es precisamente él mismo Juan Pedro Posani, quien también ha sido ampliamente reconocido por su labor educativa [2]. En esa frase hay un reclamo para denunciar que las escuelas en general están estancadas y encerradas en sí mismas, ignorantes de la abrumadora realidad exterior. Escuelas de teoría a veces vacía e inocua, sin sustento y sin energía, sin la sangre que moviliza el cuerpo.

El miércoles pasado 28 de Octubre, comenzó un seminario que se extenderá hasta el 18 de Noviembre, donde se quiere discutir abiertamente esta cuestión. Y de por medio, conocer algunas experiencias irreverentes. Escuelas que habitan el territorio. Cátedras de construcción real. Programas de formación con procesos de ciudadanía. Investigaciones aplicadas en comunidades. Formas de operar »fuera de serie», que se desprenden de la enseñanza convencional, porque en ellas existe una actitud desafiante para aproximarse a otros temas, contextos y problemas de la disciplina que normalmente no están presentes en la formación corriente.

La última vez que vi a Juan Pedro Posani le pedí que me obsequiara un ejemplar adicional de su libro »Arquitectura Hoy, Diez años de pensamiento crítico»[3]. Un año antes se distribuyeron muchos, pero ya no quedaban suficientes. Yo tenía dos. Ambos los regalé a grandes amigos en el exterior, que han seguido su obra con admiración. Así que me entregó el último, no sin antes advertírmelo con picardía.

A Juan Pedro lo conozco mínimamente en persona. Nunca he estado tan cerca de él como me gustaría. Otros tiempos y otras generaciones.

El próximo año, Juan Pedro Posani cumplirá 90. Este es mi pequeño homenaje para un gran arquitecto.

[1] Serie de equipamientos, diseñados conceptual y arquitectónicamente por Juan Pedro Posani, y desarrollados entre 2000-2007 por la Dirección General de Edificaciones Culturales del CONAC en distintas poblaciones de Venezuela, para funcionar como centros comunitarios y espacios vecinales flexibles.

[2] En 1992 obtiene el Premio Nacional de Arquitectura por su incuestionable trayectoria como profesional historiador y su desempeño en el terreno del pensamiento crítico sobre la arquitectura. Según el veredicto del jurado integrado por Jorge Rigamonti, Henrique Hernadez, Fruto Vivas, Federico Villanueva y Enrique Vera; Juan Pedro Posani »ha influenciado en las aulas y fuera de ellas a varias generaciones de arquitectos venezolanos. Ha producido libros, ensayos e infinidad de artículos en revistas especializadas y columnas de prensa, contribuyendo significativamente a la difusión de la arquitectura venezolana. Como proyectista ha producido durante más de tres décadas, edificios e imágenes arquitectónicas de considerable fuerza y vigor, caracterizado por la búsqueda de un lenguaje espacial, formal y tecnológico adecuado a nuestra realidad».  

[3] Obra impresa que contiene más de doscientos artículos de toda índole dentro de la crítica disciplinar, escritos por Juan Pedro Posani y publicados en el semanario de crítica arquitectónica »Arquitectura Hoy», durante la última década del siglo XX.

Alayón, José. 2011. »Siete Preguntas a Juan Pedro Posani». C. R. VILLANUEVA. Revista DPA-UPC 29, Abril 2013. Departament de Projectes Arquitectònics, Barcelona. Pag. 86

3 comentarios sobre “Escuelas de papel

  1. Creo que el punto como homenaje es valido e innegable, sobre la escuelas de papel, y sobre el cambio de paradigma necesario en la formación académica de la arquitectura, es otro punto que lleva al conflicto y la necesidad de redefinir el concepto “proyecto arquitectónico” porque allí está un punto álgido de discución, es lo único a aprender para el profesional de la arquitectura?

    Me gusta

  2. Un gran maestro y su aptitud pedagógica siempre nos acompañará .
    Me siento muy afortunada de haber trabajado y compartido la gran aventura del proyecto del gran museo de antropología e historia de Venezuela en El Helicoide
    Inolvidables equipos de trabajo y vivencias.

    Me gusta

Deja un comentario